Rubitch, la reina muxe que derriba mitos

Reina 2015 de las Intrépidas Buscadoras del Peligro derriba el mito de un Juchitán tolerante con la homosexualidad, además indica el imperante machismo y los señalamientos sociales entre la comunidad LGTBI




“Yo tenía seis años, viví en mi casa hasta los ochos años, descubrí que era diferente porque me gustaban las cosas de las niñas, me fui porque sufrí la discriminación de mi papá, me salí porque me golpeaba, no le gustaba la idea del muxe, era de los típicos machistas de Juchitán”, cuenta Rubitch al recordar que desde su infancia le gustaban los niños. Tras irse de casa de sus padres, relata que estuvo con una tía, “aceptaron toda mi putería, no me discriminaban, me dejaban usar lo que yo quería, no eran tan niña, pero sí sabía que no era normal”. Tres años después vuelve casa, ya que el divorcio de sus padres le permitió tener de nuevo una relación con su mamá que lo aceptaba tal cual.
Vivir con lo que dice la gente

Juchitán de Zaragoza se ha convertido en el paraíso gay para muchas personas, es el sitio donde ser muxe no es sólo sinónimo de vivir la homosexualidad libremente sino de llevar rasgos culturales que se fusionan con la fascinación de ser mujer. Rubitch derrumba estos mitos. “No es fácil ser una loca, porque desgraciadamente la gente piensa que los muxes son los que andan en fiestas, son lo que adornan, pero no, por eso también asumí la responsabilidad de ser reina, para demostrarles que no soy el típico muxe vestido todo el día y para decir que habemos muchos profesionistas”. “Es una mentira, siempre lo he dicho, sí somos aceptados pero todavía no somos tolerados, la cuestión es que Juchitán todavía no está preparado, es una mentira que digan que aquí todo es bonito, a cuántas locas no han matado, a cuántas le pegan”. La inseguridad que se vive en Juchitán se suma a este problema, ya que los muxes no salen de noche porque tienen miedo que las lleguen a matar. A sus 30 años es un profesionista que luchó por demostrarle a la sociedad hasta dónde es capaz de llegar una persona preparada, “demostré que no iba a ser la típica loca que anda en la putería”, menciona en medio de risas. “Abiertamente empecé a hacer mis loqueras a los 26 años, ya que terminé mi carrera y me dijo mi mamá que hiciera lo que quisiera y que sólo que me cuidara”.

“En el amor yo soy del pueblo”
“Soy del pueblo, quien me quiera dar amor lo recibo, casi no soy mucho de andar con uno porque no me gusta estar atado a alguien”. Ella se describe como un ser libre, le gusta hacer lo que quiere y piensa que una pareja la limitaría a vivir plenamente. Aunque esto, no le quita la idea de que algún día vivirá una relación estable, “me enferma ver a mis amigas sufriendo por el hombre y ahí es cuando me doy cuenta que esto no es para mí”. Ciertamente, para Rubitch el amor muxe aún es complicado, “en Juchitán está muy arraigado que la pareja tiene que ser el heterosexual con el muxe”. Explica que la figura del macho dominante en este tipo de relaciones no desaparece porque el rol activo no los ubica como homosexuales, esto según la forma de ver las relaciones amorosas en la comunidad zapoteca, “en Juchitán están acostumbrados, eso es cultural, gay con hetero, siempre va a ser el hombre y no le digas que es gay porque te rompe tu madre o te deja de hablar”. Muchos son los factores que determinan una relación gay entre los tecos, prueba de ello son los estudios antropológicos que hizo la investigadora italiana Marinella Miano en los 80. Su análisis de la comunidad muxe arrojó que un número considerable de varones inicia su actividad sexual con muxes porque es una forma de cuidar la virginidad de sus novias o futuras esposas. “Una relación muxe en Juchitán no dura mucho, porque la gente te ve mal, es mentira que seamos tan aceptados como dicen, porque todavía existe discriminación, si fuéramos aceptados no dirían nada si nos vieran con nuestro novio”.

Machismo y sociedad están ligados de la mano
Machismo y sociedad no son los únicos determinantes para el éxito de una pareja gay, “en primera no somos estables para estar con alguien, en segunda siento que somos muy libres y es complicado con la gente porque desde que el muxe enseña a un varón ninguna mujer va a querer andar con él”.
La fama de que la mujer manda en esta comunidad, es en cierta forma una de las claves para ser muxe o lesbiana “es tan complicado con nosotros y con las lesbianas no, ellas pueden llegar con su pareja a la fiesta y nadie les dice nada”.
“Una vez me enamoré bien feo, tenía siete años” y no fue correspondido, lo que la llevó a caer en una depresión que fue superada leyendo las Santas Escrituras, “en ese tiempo leí la Biblia, le entendí, me gustó y desde ahí comencé a disfrutar de la vida, ya aprendí que el amor se va a dar en el momento que se vaya a dar”.

Ella es la otra
“Ya soy más niña”
Las intrépidas
Su mundo laboral
“Tenemos tres años, según somos pareja porque ni yo sé que somos, pero él tiene novia”. Cuenta que primero fue ella y luego de repente su pareja buscó novia. Todo este conflicto lo resolverá con la verdad. “Yo le digo a él, tú quisiste a los dos, es tu culpa, si ella me pregunta le voy a decir que sí andamos”. La novia sabe de su existencia, pero no sabe exactamente quién es. “Un día le pregunté a mi novio, ¿por qué sales conmigo? Y él me dijo,-Porque me gusta estar contigo y porque te quiero y nunca más me lo vuelvas a preguntar- yo sí me sorprendí, no me esperaba esa respuesta”. A pesar de eso sigue con él, lo que define como necesidad de amor, dice que es desagradable ser “plato de segunda mesa” y tener prohibiciones como las de salir con otras personas, aunque ella no hace caso a estas sugerencias.
“Yo era de los que hablaba que nunca se iba a vestir y comencé a los 25 años”, uno de los motivos por negarse a ver como mujer es el profundo respeto que tiene por el género femenino. Hasta hace un año, sus gustos eran más exóticos con sus pelucas de colores, mini faldas, corsés y tampoco se entrucaba, es decir, no usaba prótesis de senos y caderas. “Hasta ahorita ya soy niña, ya me gusta, me encanta, me fascina, pero eso de andar a diario no, porque económicamente, es mucho dinero, es complicado porque me pregunto cómo las chicas aguantan los tacones, cómo aguantan arreglarse tanto”. “Cuando me visto siento que me veo súper mega guapa, no es por presumir pero si me veo bien como niña”. Por ahora, entre sus planes no está cambiarse de sexo, es algo que desea para sentirse aún mejor consigo misma, “sí quiero hormonizarme, sí quiero quitarme el miembro, pero siento que los tiempos de Dios son exactos, ahorita tal vez no, pero va a llegar el momento, porque para que lo haga tengo que ver mi trabajo, sé que debo de ver por mí, pero primero está mi trabajo, por eso me detengo”. Un aproximado del costo de la operación de cambio de sexo es de 8 a 16 mil dólares. Una pequeña fortuna que Rubitch considera no apta para gastar en estos momentos, “todo esto nació porque siento que me voy a ver bien, ganas las tengo, dinero es lo que falta”. “Yo soy pasivo, tengo el miembro y no lo utilizo, me estorba, yo sí quisiera tener partes de mujer”. Asimismo, su nombre como hombre no le afecta, por lo que tampoco considera hacer las acciones legales para tener un nombre femenino. No piensa casarse, pero sí tener hijos adoptados, “no cometería esa estupidez respeto a los que se casan, tampoco estoy de acuerdo con los que se casan y adoptan, porque conflictúan a los niños”.
Para ser reina de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, Rubitch requirió más de 90 mil pesos, un año de preparativos, dieta y ejercicio, la meta era la perfección para lograr un sueño que se estaba construyendo desde 2012. Define a las intrépidas como personas unidas, amigables y con un alto sentido de responsabilidad social, un grupo que ha sabido mantenerse en el foco público por 40 años, convirtiéndose en uno de los más representativos de México, pues su vela llega hasta el nivel internacional.
Los primeros cinco años trabajó en Tuxtepec, se mantuvo con cuidado ya que considera que la gente es muy “cerrada”. Ahora, trabaja en el Istmo de Tehuantepec y se siente segura, ya que todos los respetan, sus compañeros saben su orientación sexual, “cuando es trabajo soy muy profesional, cuando es putería es putería”. Para Rubitch, ser muxe no sólo se trata de ir a las fiestas y divertirse, es ser una persona responsable, preparada y sobre todo feliz.

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