Ella revoluciona ideológicamente el rol de la mujer en el Istmo de Tehuantepec
Santo Domingo, Tehuantepec, Oax.- Juana Catalina Romero Egaña, nace un 24 de noviembre de 1837, en el Barrio de Jalisco de la Villa de Guadalcazar, hoy Tehuantepec.
Contrariamente a lo que se cree, ella proviene de una familia de milicianos españoles provenientes de Castilla, España, “Juan Romero, era abuelo de Doña Juana, era miliciano de los reinos de Castilla, España; era una familia con una tradición política muy importante durante el virreinato y llega en 1780”, argumenta Julia Astrid Suárez Reyna, investigadora de la vida de Juana Cata.
“Juana Cata es parteaguas en la historia de la mujer en México, fue una mujer que trascendió a pesar de que su historia no es muy conocida y no ha sido documentada”.
Juana Cata y sus amores, con Díaz sólo compañeros de lucha
Uno de los mitos más grandes de esta mujer es su supuesta relación amorosa con Porfirio Díaz, la cual investigadores como Antonio Olivera y Julia Astrid Suárez desmienten.
Porfirio Díaz llega a Tehuantepec en 1858 a una misión militar. En aquel tiempo era común que los militares llegaran a presentarse con las familias más importantes, en ese caso a la familia Romero, donde conoce a Juana Cata a la edad de 18 o 20 años.
Según datos de Olivera Villalobos, Porfirio Díaz estuvo en la región un año con 11 meses, “durante ese tiempo, él se la pasó peleando con los conservadores, los cuales formaban 14 barrios de Tehuantepec, solamente el Barrio de San Blas era liberal, que posteriormente se logró separar con ayuda de Díaz y de Juana C. Romero, ellos sólo fueron compañeros de lucha”, explica.
“Yo dudo mucho que fueran amantes, no existe ninguna documentación que lo compruebe, sí hay archivos que comprueban su relación amistosa, pero nunca fueron amantes, además de que las fechas no concuerdan, solamente hay dos cosas por las que se pudieron relacionar, primero por la amistad de años y segundo por Doña Juana que era un personaje importante de la región”, apunta Suárez Reyna.
Díaz se marcha después de haber cumplido su misión militar, pero la amistad dura en los años siguientes, compartiendo los ideales de la época e informándose mutuamente sobre los sucesos de la vida política del país.
El gran amor de Doña Juana fue Remigio Toledo, un liberal y luchador de la región. “Remigio Toledo fue su único amor”, afirma el investigador.
En este sentido, la investigadora Suárez Reyna comenta que existen archivos que demuestran el compromiso amoroso con Remigio Toledo, con el cual tuvo una larga y sólida relación la cual pretendía llegar al matrimonio, hecho que no se consolidó debido a las acciones políticas que su prometido realizaba.
Mitos de una mujer adelantada a su época
“Casi todos los relatos que se comentan de la señora han sido mitos o historias que se han creado en el pueblo, así fue porque de alguna manera la mayor parte del pueblo era conservador y ella formaba parte de un grupo liberal, seguramente, esto fue lo que ocasionó una serie de historias que no están relacionadas con su verdadera realidad”, comenta el profesor investigador Antonio Olivera.
Los dichos populares mencionan que Doña Juana era bruja por el manejo de hierbas y productos de la región, “de acuerdo con las investigaciones, se comprueba que ella conservaba la sabiduría del pueblo, tenía conocimientos para hacer curaciones, hierbas medicinales y un manejo específico de los productos de la región; eso para la gente que no entendía la estigmatizó como hechicera, aunque en realidad era una persona sabia”, argumenta Olivera.
Una mujer emprendedora
La etapa que le tocó vivir a Juana Cata era restrictiva para la mujer, su rol se enfocaba a la familia, el hogar y a ayudar al marido en labores que no significaran de peligro social para su estatus.
Ella era una dulce rebelde, porque cuando le fue entregada su dote, se dedicó a trabajarla y además a crecerla. En esos tiempos, era común que las mujeres de posición acomodada recibieran la “dote” una especie de herencia entregada a la novia, una mezcla de tradición española e indígena.
Al crecer su herencia la convierte en una industrial del azúcar y funda la Finca de Santa Teresa de Jesús en lo que hoy es Mixtequilla.
Según datos de Francie R. Chassen, Juana Catalina Romero primero produjo piloncillo, posteriormente viajó a la Habana, Cuba para aprender la última tecnología de ese tiempo, además de traer la caña habanera, para plantarla en el ingenio, tal fue su éxito en la producción que en 1904 ganó una medalla de plata del “Grand Prize” en Louisiana Purchase Exposition en Saint Louis Missouri, Estados Unidos; posteriormente en 1908, gana el primer lugar a nivel mundial en la competencia “Crystal Palace” en Londres, Inglaterra.
La Benefactora de Tehuantepec
Se tiene el conocimiento que Juana Cata era una mujer noble, la cual realizaba constantes donaciones, entre ellas la restauración de la Catedral y el cementerio de la localidad; por otra parte, las fes de bautismo muestran que era madrina de una gran cantidad de niños, ello sin distinguir su estatus social.
Crea el Colegio de Artes y Oficios para Señoritas en lo que actualmente es la Escuela de Idiomas de la UABJO. El 19 de mayo de 1906 las hermanas Josefinas de México llegan a Tehuantepec por llamado de Juana C. Romero, para fundar la escuela para niñas, hoy la Escuela Istmeña.
Funda la Vela Bini, un acto de esplendor y lujos, con estilo afrancesado y grandes bailes donde hacía muestra de su generosidad y fervor religioso.
Juana C. Romero es hija única y decide conservar su apellido materno; Suárez Reyna, menciona que esta decisión la toma para conservar el legado familiar de los Romero Egaña, “como una forma de preservar su apellido fue cuando decidió adoptar a uno de sus primos hermanos, Mariano de San Blas Romero Egaña, al cual nombra representante de sus asuntos religiosos, pero muere muy joven”.
La empresaria azucarera y comerciante, tenía una fuerte influencia política en el Istmo de Tehuantepec, además llevó las primeras escuelas a la región, ella era Juana C. Romero, la Benefactora de Tehuantepec.
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