Amor cambiante… ¿amor duradero?

 DEL MATRIMONIO AL DIVORCIO

Denisse Karina Pérez Antonio

El matrimonio es una institución que forma las bases de la sociedad, donde dos personas unen sus vidas para integrar el núcleo básico de la familia; actualmente, es una práctica que ha dejado los tintes tradicionales para adecuarse a las necesidades de una sociedad diversa, lo que implica además, la separación y el divorcio.

Numéricamente el INEGI muestra que las cifras de divorcios han aumentado, con datos del 2010: de cada 100 matrimonios 15 terminan en divorcios, la cantidad ha crecido desde 1993, y hasta la fecha el porcentaje de matrimonios disminuyó un 21% y los divorcios aumentaron un 61%.

Aunque los datos no determinan en su totalidad la ruptura del matrimonio, si son alarmantes, porque demuestran que la sociedad mexicana está enfrentando nuevos paradigmas de relaciones amorosas u otros cambios que van determinando conductas o actitudes de los individuos.

Un ejemplo es el matrimonio gay, como representante de un amor cambiante y diverso. Dicho grupo buscaba la institucionalización de su unión amorosa. La capital se llevó la primicia, y después de controvertidas opiniones por parte de los legisladores capitalinos y demás grupos, desde 2009 las personas del mismo sexo se han unido en matrimonio, como una forma de mostrar que las relaciones se adecuan a las necesidades actuales de los individuos.

El matrimonio hoy en día implica algo más que el entendimiento con la pareja, también es un contrato social que se tiene que asumir con mucha responsabilidad. En consecuencia del aumento del divorcio, la Suprema Corte de Justicia del Distrito Federal avaló desde 2009 la implementación de un tipo de divorcio rápido, fácil y sin grandes costos: Divorcio Express, solo se necesita que la pareja tenga por lo menos un año de casados y que una de las partes quiera divorciarse. Desde luego, se diversifican las uniones amorosas pero también se facilitan las separaciones amistosas.

De lo anterior, viene la paradoja, en recientes fechas, la legislación del DF propuso una reforma al código civil denominado “Contrato de Matrimonio”, donde las parejas deciden el tiempo de duración para estar casados; el plazo mínimo a cubrir son dos años con posibilidades de renovación. Lo interesante es que terminado el periodo, el contrato concluye y se evitan los trámites complejos del divorcio, en definitiva y por decirlo de alguna manera, se matan dos pájaros de un solo tiro. Quien diría que el matrimonio y el divorcio ya forman parte de la flexibilidad burocrática. Los tiempos han cambiado, ahora se puede ligar y quedar divorciado cumplido el contrato, evitándose los típicos líos legales del divorcio.

Ya que las uniones convencionales disminuyen, Ismael Aguillón León, investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, denomina al matrimonio como un “Contrato en desuso” argumentando que los nuevos tipos de relaciones sentimentales y la búsqueda de independencia personal son variables que no concuerdan con la opción del matrimonio.

Hasta ahora se ha mencionado la flexibilidad de contraer y terminar una relación. Las opiniones serán diversas de acuerdo a las concepciones de las relaciones de pareja, la familia y la sociedad; respecto a esto,   la investigadora y psicóloga de la BUAP Isabel Stange Espínola, menciona en una investigación realizada a universitarios, que la visión de pareja y matrimonio entre los jóvenes puede ser irreal, debido a distintos puntos: la violencia en la pareja, la organización del tiempo libre, la relación con la familia de origen, problemas económicos, mitos entre hombres y mujeres, el miedo al compromiso, la falta de comunicación, los celos y la desconfianza, solo por mencionar algunos.

Ahora la reflexión cabe en el origen del problema, ya que no basta con adaptar los trámites burocráticos para empezar o terminar una relación, sino atender de raíz los problemas que surjan con la pareja. Aún lo convencional puede innovar.

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